No existen cifras oficiales sobre la cantidad de niños que se ven afectados por divorcios conflictivos en España. Se estima que cada año hay más de un centenar de víctimas menores de edad.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, publicados en septiembre de 2019, en 2018 en España se produjeron 95.254 divorcios, incluyendo nulidad y separación, un 2,8% menos que en el año anterior.
El 77,7% de los divorcios en el año 2018 fueron de mutuo acuerdo y el 22,3% restante contenciosos. En el caso de las separaciones, el 85,1% lo fueron de mutuo acuerdo y el 14,9% contenciosas.
Se estima, por parte del sector profesional incumbido en situaciones de esta naturaleza, que los divorcios conflictivos absorben el 90% de los recursos del sistema judicial. De ahí, su demora en resolver los procedimientos, acumulando más víctimas de niños cada año.
España es uno de los países de la UE con más alto índice de divorcios.
A pesar de los recursos de todo tipo de que se dispone, no existen informes oficiales cuantitativos sobre este fenómeno del Maltrato Psicológico Infantil intrafamiliar.
Las cifras que se manejan se calculan partiendo de la base establecida en una media de un hijo por matrimonio roto. No se tiene en cuenta que existen matrimonios con más de un hijo. Que existen parejas de hecho con hijos. Que existen matrimonios que no pueden permitirse un proceso de divorcio, ni las situaciones que de ello se derivan. Incluso divorcios de mutuo acuerdo con los años se convierten en contenciosos, la mayoría de las ocasiones, por las pensiones alimenticias y es entonces cuando se utiliza a los hijos como rehenes y se les manipula. Dejando en ellos huellas emocionales nocivas para toda la vida.
Pues bien, todos esos niños, no se contemplan en las estadísticas oficiales.
Estos niños afectados por una situación de divorcio conflictivo, mal asumido y peor gestionado, sufren, en todo caso, un grave maltrato psicológico. Bien por parte de uno de los progenitores, bien por parte de los dos o bien por lo nocivo del entorno y ambiente en el que se ven inmersos; atmósfera ésta que se enrarece en función directa de las actitudes que adoptan los progenitores.
Es muy frecuente, que uno de los padres influya en el menor hasta hacer que éste pierda todo contacto con el otro.
El nivel de conflictividad parental se refleja en las acciones judiciales, en las innumerables denuncias y expedientes de ejecución de sentencia que se producen por temas de patria potestad, custodia, incumplimiento del régimen de visitas, impago de alimentos, desacuerdo sobre gastos extraordinarios, atribución o su cesación del domicilio…
Los constantes litigios, en sede judicial o no, constituyen la prueba rotunda y definitiva de la alta conflictividad que atraviesa una familia divorciada. En estos casos, la figura del Coordinador Parental y su trabajo de Coordinación Parental vela y protege el interés superior de los menores.